Según Lisa Bourbeau, durante nuestra infancia las personas más cercanas a nosotros crean unas heridas por las cuales condicionan nuestra relaciones en la adultez. Y ya en la etapa adulta se colocan como una máscara, que las protege de esa herida que se les causó en la infancia. Téngase en cuenta que este acto no es consciente generalmente, y que tanto, nuestra madre como nuestro padre, nos educaron en función de sus valores y su nivel de consciencia. Es decir, que cada una de nosotras actúa en función de sus experiencias y heridas vividas en la infancia y que nos condicionan para SER nosotros mismos.
Después de la relación con nuestra madre y padre, es nuestra pareja con la que establecemos esa relación intima donde las heridas se abren de nuevo y como define esta frase: Una pareja son dos niños asustados o traumados que se juntan y esperan que el otro o la otra sane sus heridas. La relación con los otros es tender a atraer un poco lo que ya somos.Para sanar todas ellas, el primer paso será hacer consciente lo inconsciente y aceptarlo, sin recriminaciones. Pues tu herida viene a enseñarte algo y la mejor opción, es plantarle cara al amor y dejarse ver tal y como eres.
Así pues vamos a desarrollar cuales son esas cinco heridas:
- Herida abandono por falta de afecto se puede dar por algo físico o emocional. Es decir, por la falta física del cuidador pero también por la ausencia de afecto emocional, es decir la persona cuidadora está presente pero no hay presencia plena, sin afecto. Debido a desinterés o problemas de comunicación. Las personas que han sufrido esa herida suelen mostrarse como personas con la máscara de muy dependientes, haciendo todo lo posible para llamar la atención para que esa pareja no se vaya de nuestro lado, sea como sea y se quede a nuestro lado. Porque su miedo es quedarse solo. En este caso, hay que trabajar el amor propio, es decir la autoestima y que la soledad no es abandono y disfrutar una sola haciendo cosas con nosotros mismos o desconocidos.
- Herida de rechazo, esta es de las primeras heridas puesto que se puede dar desde la concepción, es decir mi nacimiento no lo deseaban o no del sexo que nací o mis papas no me aceptaban y me comparaban negativamente con otras personas de mi entorno. Estas personas suelen ponerse la máscara del retraído o huidizo, es una persona que tiende a pasar desapercibida, aislándose del mundo hostil que lo rodea. Evitando el conflicto, dejando de hablar o dando su opinión. En la pareja son los que aguantan los que no opinan, cediendo su poder de decisión por temor a ser rechazados y se les puede considerar aburridos y también está el otro extremo, se encuentran constantemente a la defensiva en cualquier detalle en los que sientan rechazo y pueden contestar de manera desproporcionada. El miedo al rechazo hace que estas personas se alejen primero. En este caso, el adulto tendrá que empezar a trabajar con sus inseguridades con amor y afrontar sus miedos. Buscando un circulo sano donde pueda ser esa persona que es, donde no se sienta juzgado ni inferior.
- Herida de humillación, ésta es una de las últimas heridas en aparecer y suele surgir cuando la personita ya tiene conciencia de su propio cuerpo y entorno. Y se da cuando esa personita se siente humillada por su propio cuidador ante otras personas. Cuando nuestros cuidadores, principales referentes, nos dicen que somos X acabo identificándome con eso y acabo relacionándome con gente que me trate así. El adulto se coloca una mascara de masoquista, siente culpa y vergüenza de si mismo, así que no se cuido y tiendo a cuidar más de los demás que a cuidar de si mismo. Aunque también puede colocarse la mascara del humillador, así que antes de que te burles de mi, me burlo yo de ti, a modo de defensa. Aquí se encuentran los casos de bullying, donde el agresor reproduce lo que ha recibo él mismo. En este caso, hay que reeducar tu autodiálogo, la manera en que el adulto se habla a si mismo y por otro lado, aprender a poner límites respetando tanto las necesidades de uno como el del otro.
- Herida de traición, en este caso la personita se sintió traicionado por mama o papa o los dos al mismo tiempo. Es difícil de detectar el momento o momentos en que provoco que el niño o niña se colocara la mascara controlador o el desconfiado. Son personas que se aíslan y desconfían del mundo. Tienden a estar en modo hipervigilancia todo el tiempo y necesitan tener todo bajo control. Suelen ser personas muy mentales, emitiendo sus respuestas con firmeza y seguridad, y quieren tener siempre la última palabra, les cuesta delegar y les cuesta adaptarse a los cambios (rigidez mental), no aguantan la impuntualidad ni que las cosas salgan como estaba planeado. Su mayor miedo es el engaño. Tienden a no mostrar su intimidad o vulnerabilidad por desconfianza, no muestran sus emociones porque sienten que es peligroso y son extremadamente sensibles. Tienden a ser personas muy celosas en una relación y prefieren abandonar antes de ser traicionados. Las personas en este caso tienen que empezar a ceder el control para que ganen confianza y que no es tan grave como se lo imaginaban.
- Herida de injusticia, va de la mano con la herida de rechazo, donde lo que nos dice nuestro cuidador se convierte en sentencia firme. En este caso, su valoración va en función de mostrar sus mejores resultados. A diferencia de la herida de rechazo, donde la afectación va al Ser, en la de injusticia va directamente al de Hacer o Tener. Tienden a exigirse muchísimo porque creen que valen lo que logran. Se muestran seguros y tienden a no comunicar sus emociones solo a hacer. Estos adultos se colocan la mascara de perfeccionismo, donde van a buscar la perfección y lo mejor de todo. Estas personas tienden a no tener una manera sana de amar fijando todo en ser perfectos o buscando la perfección en diferentes ámbitos de su vida. Su mirada están en el afuera y en demostrar que son válidos. Tienden a meterse en relaciones de toxicidad que los destruye lentamente. Estas personas tienen que trabajar que para ser valioso no requieren lograr nada que ya son valiosos por si mismos. La tolerancia, la compasión y la paciencia serán claves. Tender a la excelencia y no a la perfección. Haciéndose más flexibles también serán más flexible con sus relaciones, viendo que las relaciones no son perfectas sino sanas.
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